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Xbox One o PS4


Ya tenemos con nosotros la nueva generación de las consolas de sobremesa.La PS4 de Sony y la Xbox One de Microsoft competirán a partir de ahora por ganarse a los usuarios de este tipo de dispositivos, y es un buen momento para reflexionar sobre las bazas que cada una de ellas esgrime.

Las comparaciones entre ambas propuestas son inevitables, y aunque se trata de consolas muy similares en su concepción y filosofía —no ocurre lo mismo con la Wii U, de la que hablaremos más adelante— existen diferencias en varios apartados que pasamos a explorar en las siguientes líneas. 

El hardware es sin duda una de las claves del éxito de estas consolas, y de hecho muy pronto tendremos un análisis específico que compara las configuraciones de ambas propuestas y las ventajas y desventajas de las decisiones que Sony y Microsoft han tomado en sus soluciones. Pasaremos pues a hablar del resto de apartados que, por supuesto, son también críticos para ganar esa particular batalla en el mundo de las consolas de sobremesa.

PS4 Versus XBOX ONE

La Xbox One ha recogido el testigo de su predecesora en esa ambición por convertirse en un centro de entretenimiento total. Los juegos serán una pata importante, sí, pero también lo será el acceso a contenidos multimedia e incluso la interacción social (Skype es una de las claves en ese sentido) con otros usuarios de la consola.
Esa apuesta multimedia llega en dos partes: la primera, la presencia de la oferta de películas, música y series de Xbox LIVE. El servicio online de Microsoft ha ido convirtiéndose gradualmente en un poderoso complemento en ese apartado, pero en la Xbox One hay una sorpresa. Se trata de la entrada HDMI que permitirá conectar, sobre todo, sintonizadoras TDT cuyos programas podremos ver, grabar y controlar directamente en la consola. La consola de Microsoft se convierte en una especie de dispositivo-pasarela, dando posibilidades interesantes de disfrute de esos dispositivos conectados al puerto HDMI IN.

Cámaras, gestos y promesas

Microsoft le dio nueva vida a su Xbox 360 con Kinect. El periférico —que aparecía tras el inicial éxito arrasador de la Nintendo Wii y su control por gestos— introducía nuevas posibilidades en el mundo de los videojuegos. No sólo eso: la empresa de Redmond acabó convirtiendo Kinect en un accesorio mucho más ambicioso y que podía aplicarse a todo tipo de escenarios reales como la telemedicina o la telerehabilitación.

Sin embargo, el papel de Kinect en la Xbox 360 siempre fue secundario: el catálogo de juegos compatibles ha sido para muchos decepcionante, y las posibilidades de su reconocimiento de voz o gestos para la interfaz también han pasado bastante desapercibidas, algo que Microsoft quiere corregir con Kinect 2.0, la nueva versión de este periférico que llega con mejoras notables en el hardware y en el software.

Difícil hacer mandos mejores

Otro de los puntos críticos de las consolas es el de sus mandos de juego, que se han remozado de forma importante sobre todo en el caso del modelo pertenenciente a la consola de Sony.
El nuevo DualShock 4 está acogiendo críticas excelentes, y quienes lo han probado afirman que es el mejor mando de la historia de Sony.
Entre las razones están tanto su renovado diseño como su touchpad y, por supuesto, ese novedoso botón Share, una apuesta personal de Sony que podría funcionarle muy bien a la hora de fomentar el componente social (y también muchos “piques”, por supuesto) entre amigos y conocidos que tengan la consola.
Menos revolucionario es el mando de la Xbox One —hemos sabido que podría haber sido mucho más ambicioso—, que conserva muchas de las prestaciones y elementos del de las Xbox 360 pero que añade algunas mejoras a la respuesta táctil con la vibración integrada en los gatillos. Esta tecnología de respuesta háptica permite integrar vibraciones localizadas en cada gatillo para aumentar esa respuesta táctil en diversos juegos.
Más anecdótica resulta la posibilidad de conectar hasta ocho mandos a una misma Xbox One, ya queestá por ver qué juegos —suponemos que títulos arcade— logran aprovechar ese modo de juego con hasta 8 jugadores en una misma partida.

Tendencias: segunda pantalla y redes sociales

Tanto Microsoft como Sony han realizado esfuerzos singulares en dos apartados que por ahora son meras tendencias y que aún tendrán que demostrar si se convierten en valores añadidos relevantes para sus respectivos productos.

El primero de ellos es la segunda pantalla, algo en lo que Nintendo ha basado buena parte del valor de su Wii U y que por el momento no parece haber convencido a los potenciales compradores de esta consola. Esa experiencia en la cual nuestro móvil, tablet o una consola portátil (la PS Vita, en el caso de Sony) puede convertirse en parte esencial del juego resulta curiosa, pero por el momento los análisis de este tipo de soluciones no presentan argumentos suficientes para justificar su validez.
Microsoft cuenta con la aplicación móvil SmartGlass que convierte a cualquier tablet o smartphone con dicha solución en una extensión de la consola. No solo para juegos: podremos controlar los canales o el volumen si vemos la televisión sin tener que mostrar los menús en la tele, como si nuestro teléfono se convirtiera en un caro mando a distancia táctil. En juegos las posibilidades van también por ese camino —más como dispositivo de gestión de menús que como sistema de juego remoto, parece— y por lo tanto el interés de estas soluciones parece a priori modesto.
En Sony la apuesta en este caso es algo más interesante con una aplicación también disponible para smartphones y tablets, pero sobre todo con la utilización de la PS Vita como segunda pantalla real pudiendo disfrutar del juego de la PS4 en la pantalla de esta consola portátil. Muy similar a la Wii U en este caso, aunque por supuesto la PS Vita cobra sentido también si no usamos (o no tenemos) una PS4.
El segundo de los apartados citados era el de esa faceta social que Microsoft y Sony quieren dar a sus consolas. La Xbox One permite con un “Xbox, broadcast” emitir nuestra partida al servicio Twitch.tv, mientras que el botón para compartir que Sony ha integrado en el Dualshock 4 (otra de las novedades de ese periférico) hace lo mismo, pero además permite compartir esas partidas en Ustream.
Aunque a priori parece que la PS4 ha reforzado especialmente esas opciones sociales, Microsoft prepara su herramienta Upload Studio para editar, personalizar y compartir los vídeos que grabemos de las partidas jugadas en nuestra consola.
La Xbox One guarda en un búfer los últimos cinco minutos de cada partida, y podremos editar esos vídeos con esa herramienta además de añadir comentarios narrando esas partidas con un vídeo de nosotros mismos grabado con Kinect. La PS4 guarda hasta 15 minutos de juego, pero no ofrecerá inicialmente ninguna herramienta de edición para añadir esos “efectos especiales” que sí posibilitará la Xbox One.
En ambos casos la idea es interesante, sobre todo para videotutoriales que permitan a jugadores experimentados enseñar a otros cómo superar ciertas fases de un juego o, por ejemplo, cómo lograr ese regate imposible en FIFA.
En el caso de Microsoft hay una singular ambición en este apartado con su propuesta “cloud computing” que teóricamente aportará la potencia de una red distribuida de computación para ayudar en distintos escenarios, pero veremos si sus efectos se dejan sentir o no en esta consola, algo que en detallados análisis como este parece posible pero no seguro.










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